El Salvador no es tierra de Ana
El Salvador conoce la anorexia, pero
en este país es llamada “la enfermedad en la que se deja de comer”. Se sabe que
es dañina, sin embargo, se pasa por alto el hecho de que los huesos que se ven
no sólo son los del paciente, también son los de la muerte.
La anorexia es una de las principales enfermedades que aquejan el bienestar de los adolescentes salvadoreños.
Por Irma Alas y Estefanía Flores
Según
la Real Academia Española (RAE), la anorexia es el “síndrome de rechazo de la
alimentación por un estado mental de miedo a engordar, que puede tener graves
consecuencias patológicas”. Tal como su descripción lo dice, esta forma de vida
puede tener consecuencias que van desde una gastritis hasta la muerte.
De
acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de
la mortalidad a nivel mundial se debe a los problemas en la conducta
alimenticia. En El Salvador, según cifras de un estudio realizado por un medio
nacional, 55% de los salvadoreños conocen a alguien que sufre de desórdenes
alimenticios.
“Ana”,
como es llamada la anorexia en redes sociales y foros de personas que la padecen,
es una enfermedad muy común en países del primer mundo en los que los
parámetros de belleza son mucho mayores y existe una industria de la moda y de
la imagen bastante establecida. No obstante, la anorexia está en todos los
países del mundo, incluyendo El Salvador.
Seis
meses es el promedio para el tratamiento de esta enfermedad. En Europa, Estados
Unidos e incluso México, hay centros de rehabilitación donde los pacientes se
internan y reciben toda la atención que necesitan, mientras conviven con otras
personas que están pasando por lo mismo. En el país no hay lugares de esta
índole y recibir ayuda requiere de un proceso más complicado.
Un
ejemplo de esta situación es “Andrea” (nombre ficticio), una de las muchas
salvadoreñas que sufren de anorexia en un país subdesarrollado y con pocos
insumos para tratar este desorden. A los trece años, sin saberlo, Andrea se
sumergió en un mundo donde la comida fue su peor enemiga y la abstinencia su
mejor amiga.
Toda
su vida estudió en un colegio privado de niñas en San Salvador, por lo que la
presión de verse bien siempre estuvo a su alrededor. En los primeros años que
padeció esta enfermedad, sus familiares pensaban que era algo típico de la edad
y la coquetería propia de la pubertad.
De vez en cuando hacía dietas, en otras ocasiones no hacía la cena o a la hora de
comer se marchaba a su habitación; sin embargo, no eran actitudes que salieran
de lo común y que brindaran una alerta a sus familiares.
En
el 2009, su madre comenzó a notar que Andrea, quien todo el tiempo había tenido
una complexión mediana, se veía más delgada y fue ahí cuando supo que su
conducta alimentaria no estaba bien.
Su
preocupación la llevó a comentar la situación con sus amigas de confianza,
quienes le recomendaron un gastroenterólogo pediatra, pues pensaban que una
razón de la pérdida del apetito podía ser una gastritis debido al estrés y
cambios hormonales.
La
receta del médico se basó en dosis de un medicamento estimulante del apetito
llamado Medox. La madre de “Andrea”, “Vilma” (nombre ficticio), pensó que sería la solución, al contrario,
esto dañó más a su hija.
A
pesar de que el medicamento no tuvo repercusiones en su cuerpo, este sí tuvo
consecuencias psicológicas. Para “Andrea”, el tener la fuerza de voluntad de no
comer le sabía a victoria; esto elevaba su autoestima, estado de ánimo y
confianza en ella misma.
Un
año después, el deseo de ser delgada persistía en la joven que para aquel
entonces ya tenía quince años. Gracias a los consejos en los blogs y sitios web
“Pro Ana y Pro Mía”, es decir, a favor de la anorexia y la bulimia, logró
mantener su problema oculto por seis meses más.
Este
tipo de sitios, alaban los huesos y repudian la comida. En estos hay usuarios
como “PrincesaAna”, “SoyMía” o “LaFlacaAna”, quienes dirigen foros y
competencias con otras “princesas”, como se hacen llamar, para ver quién pierde
más peso en cortos periodos de tiempo, usualmente de un mes.
Los
tips, las dietas y nombres de pastillas que aceleran el metabolismo y maneras
para ocultar su enfermedad es lo que más se encuentra en estos sitios web.
“Andrea” formó parte de esta “comunidad” y seguía todos los consejos
religiosamente.
Fue
así como de enero a junio de 2010, sus familiares seguían sin sospechar algo.
En agosto del mismo año, después de un desmayo en la clase de educación física,
su secreto ya no se pudo ocultar. Hasta entonces, sus padres y su tía
comenzaron a buscar ayuda.
En
Estados Unidos después de una o dos citas con un pediatra, “Andrea” hubiera
sido internada en un centro de rehabilitación para pacientes con trastornos
alimentarios. En El Salvador, por el hecho de que estos centros son muy escasos
y los pocos que hay son extremadamente caros, el recibir ayuda se convierte en
un proceso el doble de largo.
La anorexia nerviosa está presente entre un 0.5% y 3%
de adolescentes y mujeres jóvenes en El Salvador.
Según
el Dr. Cornejo, quien lleva más de 20 años ejerciendo la profesión de médico
internista, para este tipo de pacientes “se requiere de un tratamiento multidisciplinario, con un equipo conformado por un psicólogo, psiquiatra,
nutriólogo y dependiendo de la edad y el sexo del paciente, un pediatra y un
ginecólogo”.
De
acuerdo con el tiempo de evolución de la enfermedad y las complicaciones que
llegasen a existir, se podría acudir a otras especialidades, pues los pacientes
con anorexia presentan daños renales severos e irreversibles, menciona el
médico internista.
El
nutriólogo juega un papel importante en este equipo de especialistas, pues se
encarga de recetar una dieta adecuada, con las suficientes calorías y
nutrientes para que el paciente pueda recuperar la salud. También es quién
tiene el reto más difícil, debido a que tiene que luchar contra la voluntad de
no comer que presentan los pacientes.
“Los
pacientes que vienen a la clínica, entran con una actitud renuente, por eso es
clave el apoyo de familiares y seres queridos, ya que son ellos quiénes dan el
primer paso en camino a la recuperación de la joven o el joven. Se comienza
poco a poco, pues las condiciones del paciente no permiten que se le brinde una
dieta completa de una sola vez, ya que sería un daño tanto para su mente como
su cuerpo”, indicó la Dra. Nuila, médico internista y nutrióloga.
Otro
miembro de este equipo es el psicólogo, quien indica que dentro del conjunto de
causas que pueden originar la anorexia predomina los factores psicológicos
tales como trastornos depresivos compulsivos, así como la fobia social.
“Otros
factores son trastornos médicos como enfermedades gastrointestinales, tumores y
VIH, así como factores socioculturales relacionados a trastornos de la conducta
alimentaria, que se ven con mayor frecuencia en adolescentes y jóvenes del sexo
femenino, en las sociedades en las que abundan las comidas rápidas y en las que
estar delgado está ligado estrechamente a la belleza”, menciona la Licda.
Yanes, psicóloga infanto-juvenil del Hospital de Santa Ana.
¿Qué dicen las autoridades de salud al
respecto?
Para
facilitar la atención de los principales problemas de salud de los adolescentes
en el país, el Ministerio de Salud de El Salvador (MINSAL) creó la “Guía de
atención de los principales problemas de salud de adolescentes, 2007”, el cual figura
como uno de los esfuerzos gubernamentales más recientes.
La
anorexia nerviosa se incluye en las principales enfermedades que aquejan el
bienestar de los adolescentes salvadoreños. Esta es definida en el informe como
“la pérdida de peso o falta de ganancia de peso en niñas y adolescentes que
conducen a un peso corporal de al menos 15% por debajo del peso normal esperado
para la edad y talla correspondiente, que es autoinducida evitando alimentos
que `engordan´, acompañada de una distorsión psicológica de la imagen corporal”.
Según
el más reciente Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV)
se requiere de cuatro criterios para el diagnóstico de anorexia nerviosa en la
adolescencia:
- Rehusarse a mantener el peso en un rango normal para su edad y talla
- Temor a ganar peso
- Disturbio severo en la imagen, en el cual la imagen de su cuerpo es la medida predominante de sentirse peor, con negación de la seriedad de la enfermedad
- En mujeres post-menárquicas, ausencia del ciclo menstrual o amenorrea o en el hombre por perdida del interés o disfunción eréctil
En
la “Guía de atención de los principales problemas de salud de adolescentes,
2007” se expresa que la prevalencia de la anorexia nerviosa se ha estimado que
está presente entre un 0.5% y 3% del grupo de adolescentes y mujeres jóvenes en
El Salvador. Estas cifras aumentan al doble cuando se incluyen adolescentes
“sanas” con conductas alimentarias anormales o con una preocupación anormal
sobre el peso corporal.
En
las últimas décadas se ha visto un aumento significativo en la incidencia de la
anorexia nerviosa en la población adolescente. Según el MINSAL, las bailarinas,
atletas y gimnastas constituyen un grupo de alto riesgo para desarrollar la
enfermedad.
Es clave el apoyo de familiares, quienes dan el primer paso en camino a la recuperación.
La
edad promedio en que una joven puede presentar anorexia es a los 13 años, con
un rango de edad entre los 10 y 25 años. En cuanto al sexo afectado, el mayor
número de casos se producen en mujeres.
La
anorexia está presente en el diagnóstico de enfermedades como la anemia, anemia
aplásica, leucemia mielocítica crónica y otitis externa y media. Incluso, la
anorexia es síntoma de violencia sexual.
Esta
también está presente en la etiología, que la RAE define como el “conjunto de
causas de una enfermedad”, de enfermedades como la amenorrea primaria y
secundaria y la hemorragia uterina anormal.
Los
trastornos de una conducta alimentaria como la anorexia también pueden ser unas
de las causas de intento de suicidio. La ideación suicida, de acuerdo con el
MINSAL, “es un conjunto de pensamientos o ideas alrededor del suicidio o la
muerte que pueden llegar hasta alcanzar la fatal realización del suicidio”.
El
“Plan estratégico intersectorial para la atención integral en salud de las
personas adolescentes y jóvenes, 2016-2019” reportó que, para el año 2014, la
tasa de suicidios a nivel nacional en adolescentes y jóvenes de 10 a 24 años
fue de 28 muertes por 10,000 hombres y 35 muertes por 10,000 mujeres.
La
Encuesta Nacional de Salud Escolar (2014) reportó que cerca del 7% de
estudiantes manifestaron sentirse solos o solas, otro 7% ha estado preocupado a
tal grado de no poder dormir con frecuencia durante los últimos doce meses
previos a la encuesta.
Las
mujeres han sido más afectadas en esta área en comparación con los hombres.
Cerca del 13% de estudiantes reportaron haber tenido ideas de suicidio durante
los doce meses previos a la encuesta.
La prevención como cura
El
Hospital de la Mujer expresa que la importancia de realizar un chequeo médico
preventivo radica en el hecho de “hacer prevención en el paciente, la cual se
debe entender como la necesidad de modificar ciertos hábitos o de tratar
algunos desórdenes encontrados y así no puedan constituir una verdadera amenaza
para la vida del paciente”.
Los
padres de Andrea ahora se arrepienten de no haber tomado las medidas
preventivas para evitar el sufrimiento tanto de su hija como de la familia.
Aunque
la joven, ahora de 22 años, nunca presentó cicatrices en sus muñecas ni
cortadas, su condición mental y el odio a su físico la habían sometido en una
profunda depresión, la cual pudo haberse desencadenado en un intento de
suicidio.
El
tratamiento multidisciplinario que recibió Andrea, a pesar de que fue mucho más
tarde que lo recomendado a nivel internacional, ayudó a prevenir que su
condición mental la llevara al suicidio.
Aunque
la recuperación de esta joven, por las mismas limitantes y falta de centros de
ayuda que tiene El Salvador, ha sido mucho más lenta de lo que pudo haber sido
en otros países como México y Estados Unidos, ha logrado superar en un 60% su
trastorno alimenticio.
En
su piel aún se ven los rastros de la anorexia y sus huesos son testigos del
dolor que ella misma se ocasionó al caer en los brazos de “Ana”, una
desconocida en El Salvador.



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