Entrenando entre escombros
De los lugares más solitarios del mundo donde se haga deporte,
quizás la Villa Olímpica Centroamericana sea uno de ellos; no por falta de
gente o deportistas, ni por ser un lugar en medio de la nada, sino que,
simplemente ha sido olvidado por las instituciones deportivas del país,
principalmente por INDES.
En la Villa Olímpica Centroamericana se puede sentir el fervor
por el deporte nacional, ya sea boxeo, lucha olímpica, levantamiento de pesas, balón
mano, taekwondo y hasta baloncesto en silla de ruedas; pero todo ese fervor e
inclusión deportiva se ve empañada por el descuido de las instalaciones y sobre
todo, porque no se ve una apoyo claro para el deporte en el país. Las
condiciones en las que los jóvenes practican son precarias, solo cuentan con el
amor y pasión al deporte sin importarles todas las carencias que este escenario
deportivo posee.
Wilfredo “El Payaso” Navidad es un ex-boxeador salvadoreño,
que ahora funge como entrenador y es el encargado del gimnasio en la Villa
Centroamericana, sus números como amateur y profesional lo respaldan como uno
de los pugilistas más sobresalientes que tuvo El Salvador, inicio su carrera en
el año 1975 y se retiró en 1993. “El Payaso” dice que el apoyo al boxeo es poco
o nulo por parte del INDES, pero se sigue trabajando por amor al deporte y
porque algún día todo cambiara en El Salvador y deportes como el boxeo
cosecharán los frutos del trabajo que se está realizando, aunque es en
condiciones precarias.
Dentro de las instalaciones donde se practica boxeo en la
Villa Centroamericana, no se puede dejar pasar la falta de recursos para
entrenamiento, ellos han improvisado, al no tener ingresos para comprar insumos
deportivos, cuentan solamente con dos sacos de boxeo remendados por todos lados
y a la falta de estos, se utiliza llantas que han sido adaptadas para
golpearlas, tampoco se cuenta con una pera para entrenamiento y el ring parece
que se cae a pedazos, sus cuerdas están flojas
y no son más que un feo adorno y aun cuenta con manchas de sangre y sudor que dan fe de las miles de batallas que se han sostenido
sobre él.
A los alrededores, la división de madera con las demás
federaciones, se cae a pedazos, el agua se filtra e inunda las instalaciones
cuando llueve, dejando como saldo el
suelo cada vez más hundido. Afuera se encuentran chalets donde los
entrenadores departen y hablan sobre deporte, se toman su café preparado con
más amor que higiene y se fijan en las pocas personas que entran al lugar. Hay
gente corriendo alrededor calentando para hacer bien su entreno, las aceras del
lugar con recuerdos del terremoto del 2001, con grietas que no han sido
cerradas por kmás de 16 años; la niña Miriam barriendo varias partes del lugar,
como todas las mañanas desde hace 10 años.
Los sonidos de los atletas son interesantes, gritos y aplausos
se escuchan entre las paredes del lugar, los atletas se apoyan entre sí para
realizar bien su ejercicio. José Grande es seleccionado nacional de baloncesto
en silla ruedas, él como muchos de sus compañeros llega tres días por semana a
las prácticas de esta modalidad, primero recibe una pequeña clase impartida por
profesores del INDES, luego realizan el entreno; pero, como muchos de los otros
deportes, sufren de carencias. Las sillas con las que entrenan ya no dan más,
las llantas están desgastadas pero eso no lo detienen al igual que las pelotas,
que en su mayoría no está en condiciones para la práctica complican el juego.
Sin lugar a dudas la Villa Olímpica puede dar más, los atletas
que llegan con esperanzas en servir al país como seleccionados en diferentes
deportes son muchos, pero se topan con un muro cada vez más grande, no es que
no existan atletas capaces de sobresalir a pesar de las circunstancias, sino
que, son pocos los que logran el éxito, que desde hace años se busca.
Lo que se vive hoy en el deporte nacional es reflejo de la
realidad del país, a solo unos pasos colonias que son catalogadas de alta
peligrosidad custodian las instalaciones, haciendo que muchos deportistas que
no tienen vehículos sean afectados por la delincuencia de la zona, que colateralmente
afecta al deporte ya que muchos atletas
dejan de ir al lugar por miedo a perder sus pertenencias o que les ocurra algo
peor. A la Villa Olímpica le urge una mano amiga que
le ayude a ponerse de pie para recuperarse de esta dura batalla.

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Redactado por Gerardo Castro
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