José, el guardián de San Diego

Liberar tortugas marinas obstaculiza la extinción de la especie y se traduce en la salvación de neonatos que causan equilibrio al ecosistema en el litoral salvadoreño.

Corral de incubación de huevos de tortuga marina en la playa San Diego

Las tortugas marinas permanecen en un recipiente con agua salada que les permite fortalecer su organismo antes de su partida al océano. Moviéndose en el poco espacio, una encima de la otra, listas para ser liberadas donde pertenecen.

El lugar donde liberan a esta especie marina lleva por nombre “QUELONIA”, ubicado en  playa San Diego del Puerto de La Libertad, donde todos los días se retrata la misma imagen calurosa: los intensos rayos del sol dorando la piel, una marea baja y las ganas de liberar a una especie en extinción.

Caminando por los corrales protegidos por malla ciclón algunas de las tortugas que nacen a horas de la mañana, son retenidas hasta caer la noche, pues es el escenario perfecto para la liberación de la tortuga marina en la costa salvadoreña.

Recién inicia la actividad programada, justo a las 8:00 am, se trata de una liberación de tortugas con el fin de promover la concientización social sobre el peligro de extinción en la que se encuentran actualmente dichas especies marinas. Están alrededor de 37 personas que conforman el voluntariado de liberación, en esta ocasión gratuita, ya que por lo general tiene un costo de $5.00 a $7.00. por persona.

Niños, adolescentes, adultos y hasta ancianos habitantes de la playa San Diego y turistas nacionales e internacionales conforman el grupo, cada uno de ellos sentados uno detrás del otro en un rancho privado, en la parte frontal se sitúa una pizarra, un proyector y afiches haciendo referencia al cuido y protección de las tortugas, en la parte de atrás una piscina rodeada de altas palmeras y una hermosa zona verde, al lado lateral el sonido de las olas del mar dando un ambiente caluroso y una sensación de comodidad, tranquilidad y bienestar que invade el rostro de cada uno de los participantes.



Llegó la hora de iniciar la primera fase de la liberación: la charla; impartida por el encargado y secretario del vivero “Quelonia”, el Sr. José Barrera. Ubicada en la última fila, atenta escucho su postura. Una vestimenta “playera”, short verde con flores, camiseta blanca con la frase: “Yo protejo a la tortuga marina”, unas sandalias viejas y gastadas perfilan a don José, de 43 años de edad, su rostro moreno, cabello negro y largo, sus grandes ojos color café que muestran seguridad en lo que transmiten sus palabras, se ubica en la mini tarima y empezó por dar el saludo hacia todos los asistentes e impartió todos sus conocimientos sobre las especies en peligro extinción, contaba su día a día como jefe y recolector de huevos “hay día en los que no dormimos” expresa,  debido a que están pendientes del proceso de desove que realizan las tortugas. Los 10 años que tiene de trabajar en este tipo de proyectos le dan la autoridad para posicionarse como uno de los líderes y pioneros de ese tipo de actividades.

José, habla de las cuatro especies que visitan las costas salvadoreñas, de las 7 existentes: Golfina, Carey, Prieta y Baule, en ese sentido, “somos un país afortunado pero desgraciadamente el hombre no hace nada para protegerlas, un ejemplo de ello es la comercialización ilegal de huevos de tortugas, o el hecho de propiciar su muerte para fabricar productos artesanales” comenta,  también por factores externos a este como la amenaza que hay por parte de perros, mapaches, hormigas, cangrejos etc. hacia los huevos. Don José, brinda datos estadísticos como el número de huevos que fecundan las tortugas, posicionándolos de la siguiente manera:

Golfina: 100 huevos por nido.
Prieta: 115 huevos por nido.
Carey: 160 huevos por nido.
Baule: 130 huevos por nido.

Él comenta que a medida van pasando los años de vida de las tortugas se acorta el número de huevos fecundados y esto les permite identificar la especie a la que pertenecen. Mientras tanto la comunidad refleja gusto por saber más, sus caras lo dicen todo, opinan entre ellos y aprecian los recursos visuales que apoyan la charla.

Como segundo punto se presenta un video con una duración de 7 minutos, prácticamente un refuerzo a lo que él expresa. Hace énfasis en la alianza con FIAES (Fondo de Iniciativa para las Américas) su función es invertir y administrar proyectos destinados a la conservación ambiental, crean alianzas y promueven el desarrollo con la participación ciudadana, así como el aval que les brinda el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).  Todas las personas lo observan fijamente y es acá donde me doy cuenta que si se puede crear un cambio, crear un concepto que fomente un nuevo estilo de vida para el bienestar comunitario, solo se necesita voluntarios y luchar contra la corriente igual que las tortugas marinas para que el mundo esté mejor en todos sus sentidos.


Leyda, es una turista proveniente de Honduras, levanta su mano derecha y pide  la palabra, expresa que nunca concibió la idea que las tortugas marinas estaban en un estado crítico y preocupante, el hecho de saber que de cada 1000 tortugas liberadas solo una sobrevive, según datos estadísticos de SALVANATURA y  sumado a esto la comercialización ilegal de huevos en nuestro país, que si bien actualmente se da en menor cantidad gracias a la Ley de conservación creada en el año 2009, sigue  provocando tristeza el saber que puede llegar un día en que no quede ninguna viva y las futuras generaciones ya no puedan conocerlas. Me atrevo a decir que el mensaje tuvo un efecto positivo porque todos comprendieron el mal que le hacemos al medio ambiente con nuestros actos, hasta con nuestra indiferencia a las problemáticas que rodean nuestro entorno, siempre esperamos que otro inicie pero, ¿por qué no lo hacemos cada uno de nosotros y nos convertimos en líderes de opinión que promueva un cambio en la sociedad?

Salimos de las instalaciones con el fin de liberar una vida, liberar una posible sobreviviente ante tanta adversidad ambiental con su enfrentamiento con mayores depredadores y ser presa fácil debido a su fragilidad o la caza de barcos costeros, esperamos que más de una pueda regresar unos cuantos años más tarde para desarrollar su desove en esta misma playa que la vio nacer. En el cerebro de los neonatos son guardados los recuerdos de su entrada al mar, levantan su pequeña cabeza, observan a todos lados y guardan el golpeteo de las olas del mar en la arena; con ese recuadro que penetra en ellas hasta por 12 años si logra sobrevivir a  los depredadores del mar, las tortugas regresan al mismo lugar a desovar sus huevos.

Tomando una rama de un árbol hacen una línea en la arena, una división en la que no deben pasarse los participantes y donde se activaba el modo de supervivencia de las tortugas que tienen tan solo 24 horas de nacidas. A cada voluntario se le lava las manos con la misma agua del mar, para que no afecte a las pequeñas en cuestión, muchas veces los químicos que cargan los individuos en su cuerpo como cremas, perfume o gel antibacterial desorienta y aturde a las tortugas, es por ello que deben realizar tal acción. Los niños y ancianos emocionados cuando les colocan los frágiles neonatos en sus manos, todos forman una línea horizontal frente a la playa,  don José en frente de ellos dirige y cuida que se trate sutilmente a cada ejemplar, afortunadamente todos comprenden las indicaciones correspondientes y con total normalidad se desarrolla la actividad. Indican que tocaran un silbato que significa el momento en el que debemos dejar ir a las tortugas y así iniciar esta experiencia. Cuando ya todos tienen una tortuga en sus manos, el silbato suena y cada persona se agacha para liberar a la especie, sus rostros llenos de alegría y en sus ojos un brillo de esperanza de una posible vida que regresará para reproducirse.

Una tortuga marina que está a punto de ser liberada. Una vida animal encargada de mantener el equilibrio en el ecosistema marino pues, son ellas las que depredan las algas y los pastos marinos y las medusas, propiciando la estabilidad en los océanos.
La experiencia es única e inolvidable, es una gran satisfacción saber que en algún momento de la vida se pertenece a una noble causa social y en este caso ambiental e incentiva a correr la voz y darle seguimiento a este tipo de actividades.



Cuando finaliza la liberación, los turistas felicitan a don José por tener en sus manos esta gran labor y lo incentivan para que continúe, luego de un estrechón de manos cada quien se despide tomando su camino, guardando la esperanza de que el neonato liberado logre sobrevivir, acoge en sus entrañas este sublime momento, todos los asistentes con una sonrisa alentadora “hay que regresar”, expresan.   


Por: Blanca de los Ángeles Meza.

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