"Yo soy amigo de los muertos"
En estos últimos días he escuchado la palabra "muerte" por todos lados y no es algo raro, todos los años, los primeros días del mes de noviembre los salvadoreños celebramos el Día de los Difuntos. Tras esto me surge la interrogante de ¿Cómo es el negocio de la muerte en un país considerado uno de los más violentos del mundo y cómo son las personas que laboran en este negocio?.
Es viernes por la mañana, un día soleado, con mucho tráfico porque ya todos regresaron a sus trabajos luego de un asueto nacional por la celebración de esos dos días. Me dirijo a una funeraria ubicada en Soyapango, en una comunidad que me reservó el nombre porque no es de importancia para este relato y fue la condición con la que Antonio me recibió. Es una colonia como muchas en el país: controlada por pandillas, calles en la que ha corrido sangre y se han librado guerras de plomos.
Es una casa grande de dos plantas de dos plantas, color amarillo y un pequeño jardín en la planta superior. Al levantar un poco la vista hay un rotulo que nos indica que es el último lugar donde se preparará a una persona para la última reunión familiar y amistosa, pero que será diferente, pues en lugar de risas, hay llanto. Pero en lugar, laboran personas que se esfuerzan para darle mejor tributo de despedida de esta tierra.
En la entrada se tropieza con ataúdes de diferentes estilos, colores y tamaños, para todos los gustos y de alcance económico. Una mujer, a la cual le calculó unos 35 años de edad, muy sonriente y amable se presenta, es la dueña de la funeraria, Alicia, al parecer no le incomoda estar rodeada de "cajas de muertos". Me dice que la persona que busco se demorara un poco porque ha salido a realizar una "diligencia", en ese tiempo aprovecho para conversar un rato con ella.
- ¿No le incomoda trabajar en medio de ataúdes?
-No fíjese que ya me acostumbré. Al principio me daba miedo, pero este negocio es mi fuente de ingresos
En esta funeraria ofrece la preparación de cadáver, el ataúd, servicio de velación y el traslado de los restos mortales al campo santo. Pasaron unos cuantos minutos y me dio mucha curiosidad por saber de cuánto dinero cuesta morirse en El Salvador. Nuevamente trato de mantener otra plática con la propietaria.
_ ¿Cuál el precio del paquete más económico?
_ $750.00 este paquete incluye la preparación del cuerpo para un periodo de 24 horas, un ataúd, el servicio de velación para una noche, consumo de café, cremora, azúcar y agua ilimitado, 100 porciones de pan dulce y el traslado del cadáver hacia el cementerio para el sepelio.
Me parece sorpréndete la cantidad de dinero y pienso en aquellas familias empobrecidas que sobreviven con un sueldo mínimo al mes. Vuelvo a interrogar aquella mujer de ojos expresivos y de cabello castaño.
-Y si la familia quiere que se prepare el cadáver para uno o dos días más ¿Cuánto es el costo?
-El costo aumenta por día, tiene que cancelar $226.00 más por cada día para que el cuerpo sea embalsamado.
***
A diferencia de Alicia, a mí el lugar si me estaba incomodando, no me imagino acostada en un ataúd de esos por muy lujoso y de buena calidad que sea. No dejaba de ver el reloj que estaba colgado en la pared de ese desesperante lugar.
El reloj marca las 10 de la mañana y finalmente veo entrar a Antonio, o "el muertero" como los llaman en los hospitales o morgues. Antonio Mendoza, es de tez morena, un hombre robusto, alto y con un semblante de cansancio. Me dice que solo ha dormido una hora y que está cubriendo un turno de 48 horas porque está relevando a un compañero que está enfermo desde el lunes pasado. Porta un uniforme gris, a simple vista “El Chino” como es conocido por todos en el negocio, en los hospitales y Medicina Legal, se ve una persona seria, pero al hablar con él me impresiona lo mucho que ama su peculiar trabajo el cual lleva trece años desempeñando.
Nos trasladamos al interior de la funeraria me muestra un pequeño cuarto y me dice que esa es la morgue, al lado está un pequeño cuarto con un escritorio y unas sillas.
-¿Cómo comenzó a dedicarse a preparar cadáveres?
-"Comencé como ayudante, un amigo me pidió que le ayudara a vestir a un muerto, me daba unas cuantas fichitas por ayudarle"
El chino antes de ser "muertero" trabajaba en una empresa textil en la cual las horas de trabajo se volvían estresante y el salario era muy bajo.
Al principio se negaba a trabajar con los muertos, pero eso cambió cuando nació su segundo hijo. El sueldo ya no le alcanzaba y las necesidades básicas tenían que cubrirse. El mismo amigo al que le ayudaba le comentó que en la funeraria donde laborara necesitaban personal. Mendoza no dudo en aceptar la oferta y en el 2,004 se vio envuelto en este trabajo con el más allá.
El puesto que le ofrecieron fue en la morgue de la funeraria, le enseñaron todo el procedimiento y las herramientas que usaría para preparar los cadáveres. Con el tiempo se acostumbró a trabajar en medio de cuerpos fríos, bisturíes, vísceras y sangre humana.
-¿No le da miedo este trabajo?
_ Sin esperarlo aquel hombre lanza una carcajada y me responde: "Yo soy amigo de los muertos. Le voy a explicar algo cuando uno ama su trabajo, también ama lo que hace. Y yo no lo hago con la curiosidad de ver cómo es un cuerpo, uno va hacer su trabajo. Yo no voy a ver el rostro como es o a imaginarme como era, tampoco por la curiosidad de ver como es el cuerpo. Yo voy netamente a sacar mis herramientas y a realizar mi trabajo"
Cuando comenzó a laborar en la funeraria Antonio no podía dormir, pero no del miedo, sino de lo impactante que era convivir con un cadáver, no comía lo suficiente porque las náuseas se lo impedían y los olores extraños. Con el pasar de los años logró acostumbrarse a sus labores diarias.
Solo han pasado treinta minutos y escucho el ruido de un carro afuera de la funeraria, al parecer un trabajador de la funeraria ha logrado cerrar negocio con la familia de un fallecido.
Al escuchar este escenario me es imposible no relacionarlo cuando los buitres estan a la espera que el animal que será su alimento fallezca.
-¿Cómo se enteran que alguien va a fallecer?
_Eso es sencillo, en un negocio siempre hay alianzas. Hay empleados dentro de los hospitales que nos avisan para que otras funerarias no nos ganen el mandado.
Entran el cadáver al cuarto. El muertero me insiste a que vea como ejecuta su trabajo, con un poco de miedo, pero invadida de curiosidad entro al cuarto. Adentro hay dos pilas, dos ventiladores que arrojan aire en dirección al cadáver.
Era un joven que ronda en los veinticinco años, es delgado, cabello liso y piel blanca. Su cuerpo estaba pálido y rígido. Fue asesinado por un grupo de pandilleros.
-¿Cuántos muertos prepara en el día?
-De tres a cuatro muertos cuando el negocio es bueno, otros días que es malo y no se logra agarrar nada. Hay mucha demanda en la zona por eso uno tiene que estar buzo en ofrecer el servicio.
¿Me pregunto cómo puede haber días malos si vivimos en un país donde convivimos con la muerte? Si hace cuatro días la Policía Nacional Civil brindó un informe de los últimos treinta días del mes de septiembre, comunicaron que hubo 435 homicidios, 92 más que en septiembre de 2016, cuando la cifra fue de 343 muertos en hechos de violencia.
Aquel ambiente era tenso, desagradable, el olor a formalina traspasaba la mascarilla, no pude aguantar ni un segundo más en ese lugar y me salí con estómago revuelto.
Imagen de referencia tomada de Internet
Las horas pasaron con lentitud después de ver aquel escenario tan desagradable desde mi punto de vista, pasaron más de dos horas y por fin salió Mendoza.
Antonio asegura que se tarda dos horas en preparar un cadáver de muerte natural, pero si es un cadáver que le realiza autopsia que proviene de Medicina Legal lleva otro procedimiento y se tarda aproximadamente dos horas y media en prepararlo.
-El proceso de preparación es largo, ya ve que este negocio no es para cualquiera. Y nuevamente se ríe a carcajadas.
Cualquiera pensaría que este hombre no tiene sentimientos, pues acaba de estar en contacto cercano con un muerto, con una persona que perdió la vida en manos de unos desalmados y él no parece haberse conmovido.
- ¿Se ha conmovido alguna vez al preparar un cadáver?
El hombre fuerte y sereno, tras esta pregunta se convirtió en un ser humano sensible, su mirada triste y ojos lagrimosos respondieron mi pregunta.
-Cuando se prepara un niño uno se conmueve, porque me pongo en el lugar de los padres, yo tengo hijos y me pongo en ese lugar, hace poco prepare un niño de un conocido y me dio tristeza, era un niño lleno de vida y sueños por cumplir. Yo no quería prepararlo, pero su familia me pidió de favor que yo lo hiciera. Nunca me había sentido tan mal, fue la primera vez que me costó realizar todo el procedimiento porque me acordaba de cómo era en vida el niño
Mientras continuaba con tan interesante platica con "un amigo de los muertos" como ´él se autodominó, sonó el timbre de su celular, tomó el aparato y contestó. Era un trabajador del Hospital Rosales que había conseguido un cliente. La llamada fue breve. Ya no había tiempo para seguir conversando con una estudiante que buscaba información para un trabajo universitario.
-En este trabajo no hay horarios, ya salió otro cliente
Me despedí de aquel hombre al que nunca había visto antes. Salió de la funeraria, se subió a un pick up con rumbo a vender el servicio funeral.
Bastaron tres horas en ese lugar para darme cuenta que el negocio de la muerte es bien remunerado, la muerte ocasionada por la violencia está en todos lados y los vivos han sabido hacer un buen negocio de este problema social que agobia a El Salvador.
Y no solo eso, sino que la tan temible muerte como era percibida años atrás ahora se ha vuelto naturalizada por los salvadoreños que los primeros dos días de este mes le brindaron tributo.
Por: Xiomara Carolina Rivas Canizalez

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